¡Qué goloso es el dinero! O al menos eso sostiene la dicha popular. Imagínate que te levantas una mañana y en la puerta de tu casa hay una caja misteriosa dotada de un botón. Poco después, un extraño algo enigmático- y bastante siniestro, porqué no decirlo- te deja un mensaje directo esclareciendo la funcionalidad de dicho artilugio: aprieta el botón y ganarás un millón de dólares. La pega: un desconocido morirá en el preciso momento en el que pulses la tecla. ¿Accederías? ¿Cuáles serían los efectos complementarios? De esta premisa parte “The Box”, el tercer largometraje del realizador estadounidense Richard Kelly, más conocido por descubrir al mundo esa joya independiente titulada “Donnie Darko” (2001).
“The Box” (Radar Pictures/Warner Bros. Pictures, 2009), basada en el relato corto “Button, Button” de Richard Matheson y protagonizada por Cameron Diaz y James Marsden (“X-Men”), nos adentra en una atmósfera conspiratoria llena de suspense hitchcockiano con unos giros argumentales bien parecidos a los de la serie televisiva The Twilight Zone y todo es enfundado en un ambiente kitsch setentero y ubicando la trama en el contexto histórico de la misión espacial Viking.
Desde el minuto uno la película mantiene al espectador completamente en modo intriga y pegado al asiento reflexionando sobre cómo superaría este test moral en el caso de verse involucrado en una situación similar.
Los protagonistas tienen 24 horas para decidir si realmente es efectivo cambiar su vida aniquilando la de un extraño, pero lo que desconocen es que, tomen la decisión que tomen, pulsen o no el botón, se desencadenarán una serie de trágicos y perturbadores acontecimientos que irán más allá de su propósitos.
Conforme va transcurriendo la cinta, Kelly empieza a resolver muchos de los misterios que envuelven a la enigmática caja y descubre quiénes están detrás de tal macabro plan, pero lo hace dando paso a una historia más surrealista aún y que se presenta de una forma bastante absurda- a pesar de los logrados efectos especiales- y que por un momento deja a un lado el dilema inicial, que es precisamente lo más atrayente del filme.
En cuanto a los personajes se refiere, tristemente destacable la falta de química que profieren Diaz, en el papel de una humilde profesora, y Marsden como un ingeniero de la NASA, pero ambos por separado consiguen traspasar esa tensión emocional cada vez que se adelantan en sus investigaciones para saber quién es el conductor de tal desagradable juego.
Sin duda la estrella de la cinta es Frank Langella que encarna a Arlington Steward, el enigmático y descarado -no por desvergonzado sino por su carencia de pellejo facial izquierdo- extraño que les obsequia con la caja y que retiene al espectador en su butaca del canguelo (aunque nos ofreciesen un millón de dólares nunca se nos ocurriría abrirle la puerta a un personajillo de ese calibre y menos con esa imagen tan turbadora).
A pesar de algunos altibajos en el guión y una considerable falta de originalidad a la hora de encajar algunas piezas del acertijo, “The Box” regala lo que promete: casi dos horas llenas de suspense a la vieja usanza mezcladas con unas pizcas de ciencia ficción a lo The Twilight Zone y todo eso envuelto en un desafiante enigma ético. Así que si te tienta el dinero no oses pulsar el botón o… tal vez sí.
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